Los títeres en la expresión del niño


COMO MEDIO PSICOTERAPEUTICO

El niño es expresivo por antonomasia. Todo lo expresa, desde sus temores hasta sus vivencias, todo lo pregunta porque esta es su primera fuente de información y porque la curiosidad es la primera forma de acercamiento y conocimiento del mundo.

Sin embargo hay temores, fobias o miedos en su temprana psiquis que requieren elementos simbólicos para expresarse. Estos elementos pueden ser muñecos, sin embargo los muñecos tal cual se entienden son inexpresivos. El muñeco, susceptible de ser animado, como el títere, es el único que permite su expresión y que además le incentiva el desarrollo psicomotor de sus manos.

En esta primera etapa (5-6 años) es recomendable que el niño manipule muñecos – personajes que lo representen (niños, niñas).

EN EL DESARROLLO DE SU FACULTAD MIMÉTICA

El hombre, genéricamente entendido, es un ser mimético. La facultad mimética es la que se expresa en la posibilidad de remendar a los demás, de actuar, de ser otro. El desarrollo del mimetismo es importantísimo en la superación de los procesos de inhibición, tendencia natural e instintiva y al contrario permite el desarrollo de los procesos de extraversión, vitales en el desarrollo social, pues estos le permiten adquirir seguridad, aplomo, y desenvolvimiento vocal y por tanto actuar mejor en sociedad, que por su propia dinámica es participativa e interactiva.

El actuar a través del títere, representando personajes, le permite al niño expresar por un lado la visión que tiene de los demás, desarrollar su facultad mimética, desarrollar su extraversión, y adquirir seguridad y educación vocal.

En esta segunda etapa (7-8 años) es recomendable que el niño manipule muñecos títeres personajes diferentes a él (abuelos, bobos, borrachos, policías, etc., etc.)

EN EL DESARROLLO DE LA IMAGINACION, FANTASIA Y CREATIVIDAD.

Una buena dosis de magia ancestral, le permite al niño disfrutar de un espectáculo de teatro de títeres y de igual manera le engrandece a nivel de creador, cuando es él quien genera la magia connatural de un muñeco en movimiento.

Los personajes fantasmagóricos (brujas, duendes, diablillos, etc.) así como los fantásticos (animales o míticos) en las manos del niño cobran una nueva dimensión, la que les da su imaginación, la que él les crea.

El manipular con sus manos este tipo de personajes, lo lleva a desmitificarlos, a terapizar el temor o el endiosamiento que le pueden provocar.

De igual manera la humanización, que haga del muñeco títere lo lleva a explorar nuevas posibilidades de movimiento de este, enriqueciendo su motricidad fina, su sensibilidad en el manejo del títere, aventurarse en la impostación vocal, en la improvisación, y finalmente explorar sus potencialidades escénicas e histiónicas.

Finalmente, la puesta en escena y la representación en grupos de una obra de títeres le permite al niño una vivencia literaria-dramatúrgica, escénica, colectiva y de confrontación con el público, importantísima en su vida social.


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