La humanización de objetos


Por: Antonio J. Gómez A.

En nuestra condición de actotrices (término genérico para referirse a actores y actrices), histriones e intérpretes, más que hablar de animación, debemos hablar de humanización, personificación; pues así como el Rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro, todo lo que nosotros tocamos lo convertimos en acción, en personaje. Pero a diferencia del Rey Midas, para quien el oro le prodigaba beneficios personales, nosotros prodigamos disfrute a nosotros y también a otros; a quienes están al frente, al público.

El animismo sicológicamente concebido, son las posibilidades de vida latente o manifiesta que se le da a un objeto. Antropológicamente concebido es el simbolismo mítico-ritual, que se adjudicaba a un elemento mágico de la naturaleza en las religiones tribales; mecánicamente concebido es el movimiento que se insufla en un objeto mediante la acción manual, mecánica, electromagnética o electrónica; dramáticamente concebido es el objeto animado que hace posible acciones en su relación con otros objetos animados o inanimados. Aquí el objeto se convierte en muñeco.

Nosotros, ACTOTRICES, animamos por nuestra propia naturaleza, objetos-muñecos personajes. Todos los animismos reseñados anteriormente son frívolos, el que nosotros procuramos no. Está lleno de carne, de sentimientos, de sensibilidad. Todos los objetos susceptibles de ser animados, personalizados, humanizados, podrían ser títeres; sin embargo en nuestro medio, en el código de comunicación con los niños, los muñecos – títeres tienen un lugar de privilegio.

No se niega la posibilidad de un espectáculo teatral con objetos animados pero se corre el riesgo de que sea un espectáculo demasiado elitista y desechable. En nuestro medio existe un enorme desfase entre el desarrollo individual del artista y el desarrollo social del arte de los títeres. Este le ha frenado a aquel. De igual manera existe un enorme desfase en el desarrollo del arte de los títeres y el desarrollo del público; éste le ha frenado desarrollo a aquel. Así, nos corresponde desarrollar nuestro público para empujar el desarrollo de nuestro santo oficio.

De igual modo nos corresponde seguir animando con nuestra carne, nuestra sangre, nuestros sentimientos y nuestra sensibilidad a nuestros muñecos.

En mi concepto, dos formas de comunicación pueden tener los títeres; una, la versatilidad de movimientos basada en la fundamentación física y técnica del manipulador, y otra, la sutileza de movimientos basada en la fundamentación espiritual y mental así como en la sensibilidad del artista manipulador. A nosotros, para nuestros niños y para nuestro oficio, nos corresponden ambas.


Deja un comentario