El títere y los viejos


Por: Antonio J. Gómez A.

¿Cómo se relacionan los títeres y los viejos? Pues en que el concu­binato de gozo espiritual que el tí­tere establece con el niño, tam­bién lo logra con el viejo; porque éste, al igual que el niño, es espontáneo, pues el tránsito de la adultez a la senectud le permite al ser ir decantando sus prejuicios y prevenciones propias del hombre maduro. Todas las experiencias ti­tiriteras son gratificantes tanto para el viejo como para los realizadores del espectáculo. Todas las experiencias realizadas de espectáculos de muñecos para adultos han mostrado como detrás de la carcajada de los niños está la sonrisa gozosa del grande y tras de ésta, la expresión de alegría del viejo. Personalmente tuve la oportunidad de hacer una función en la fiesta de cumpleaños de una chiquita de 5 años a quien sentaron junto a su tatarabuela en primera fila a ver la presentación; terminada ésta, la tatarabuelita se me acercó de frente a la vista de todos los invitados y me expresó “ ay, señor, muchas gracias por eso que hizo con esos muñequitos, yo creí que me iba a morir sin ver algo tan bonito”, me apretó con sus manos los hombros, se le aguaron los ojos y a mí se me hablandaron los mocos. Así hay miles de anécdotas.

Sin embargo, poco, pero muy poco se conoce del trabajo reali­zado con títeres para la tercera edad.

Pues bien, dada la angustia de vejez que hizo presa de mí cuando rondaba los 38, 40 años y después de un concienzudo es­tudio sobre esta etapa postrera de la vida humana he escrito un libreto titulado » FLOR Y SOLIN DESPE­JANDO, LA VIDA DE DON GUSANDO». Sus personajes princi­pales son: DON GUSANDO, un gusano viejo, achacoso, hipocon­driaco y con angustia existencial; FLORINA, una flor igualmente en­trada en años, solitaria y en espera de que el viento del tiempo le arrolle y rompa el hilo que le queda de vida; GUSNILLA, una gusanita joven, juguetona, pilla y consenti­da y SOLIN, el sol, el más viejo de todos los viejos, fuente de vida.

La obra se inicia antes de des­puntar el dia, con la aparición de GUSANDO quien se arrastra por el proscenio tosiendo y quejándose de las mil y una enfermedades, mal­diciendo el mal trato que le dan los gusanos jóvenes y finalmente ma­nifestando su deseo de morir. Re­funfuñando hace mutis. Ido éste, aparece SOLIN can­tando y despertando el día. Se percata de FLORINA, la flor vieja y desgonzada que dormita en medio del escenario.

Del texto de la obra, extraigo algunos fragmentos para que se conozca el tratamiento que se le ha dado a la temática de la tercera edad en la obra refe­renciada. Aquí, un sector del diálogo entre SOLIN y FLORINA. Después de un jugueteo, la flor abre los ojos y observa al sol.

FLORINA- (parpadeando) Oh, ¿qué es esto?

SOLIN- ningún esto…

F- ¿Quién eres tú?

S- ¿No me conoces, no me has visto nunca?

F- Ah, ¡el sol! sí te he visto, pero muy lejos.

S- Tienes razón, nunca me acer­co tanto por estos lados.

P- Y ¿a qué has venido?

S- A saludarte

F- ¡Mentiroso!

S- ¿No me crees?

F- No, no te creo

S- ¿Por qué?

F- Porque en tantos años, no se te había ocurrido lo mismo

S- Tienes razón, tienes razón

F- ¿Y te apareces ahora que soy una vieja achacosa?

S- En lo de vieja tienes razón, pero en lo achacosa, no. ¡Eres muy hermosa!

F- Que va, pamplinadas tuyas

S- La prueba de que eres her­mosa es que (señalando al públi­co) mira cuenta gente te está ob­servando.

F- Ay, sí ¿Qué hace ahí toda esa gente?

S- Te observan, Florina

F- Y ¿por qué?

S- Pues porque tienes un cuer­po hermoso Florina.

F- Que va, tengo muchas llantas en el cuerpo

S- Deja ese pesimismo Florina, lo que pasa es que lo has descuida­do

F- Pero una tan vieja, ¿Para qué cuida su cuerpo?

S- ¿Vieja? ¿Te has dicho vieja otra vez?

F- Entonces, ¿qué soy? ¿Una niña?

S- Sí, sí; una niña entrada en años

F- Tonto, es lo mismo

S- Bueno entonces una vieja niña

F- Eh, no moleste

S- La vejez del cuerpo no impor­ta, Florina

F- ¿Entonces?

S- Lo que importa es tener el espíritu joven

El diálogo continúa hasta que SOLIN se despide de FLORINA con un beso en la cabeza. Esta, embriagada por aquella caricia, vuelve a dormirse. Aparece GUS­NILLA, llorando porque está per­dida. Despierta a FLORINA quien le consuela y le da tranquilidad. GUSNILLA, a regañadientes, trata de remover el suelo de FLORINA para que se airee y el esfuerzo la deja rendida; agotada se duerme. FLORINA, también.

GUSANDO regresa cansado. SOLIN, que ha permanecido col­gado en el filo de una montaña, continúa despertando árboles, prados, valles, flores, etc., hasta que tropieza con don GUSANDO con quien sostiene un dialogo conflictuado que confronta la alegría radiante del sol con el pesimismo del cascarrabias GUSANDO. Este diálogo termina con un caliente y ardoroso beso de despedida de SOLÍN en la fría calva de GUSANDO.


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