El títere, elemento humano de la educación


Por: Luis Fernando Pérez R.

CULTURA, EDUCACIÓN, ARTE… ¡TÍTERES!

Si el mundo fuera la mera acción física ¿Qué estaríamos viendo de nuestra humanidad? El continuo y nada creativo movimiento de má­quinas, pero cuando ese movimiento se refleja en lo exterior y lo vemos cargado de una acti­tud inferior, de un sentimiento, de una emo­ción, de una valoración más allá de lo físico, podemos encontrar una gran riqueza llena de significado y expresión. La vida sencillamente se enriquece y adquiere significado cuando mi­ramos su sentido interior. La necesidad que siente el ser humano de expresar lo que hay en su intimidad, nace de su misma naturaleza. Mirar hacia adentro, eso nos hace humanos, y expresarlo, nos hace hombres.

El diálogo hace al hombre culto porque se co­munica, entiende y vive, comprende y actúa, por eso la cultura enseña lo que somos. El diálogo interior de cada hombre se manifiesta en su cultura y ésta a su vez lo educa Cultura y educación van de la mano, una recibe de la otra y la otra de ésta. Un pueblo que no aprecia su cultura camina ciego.

Durante su historia el hombre utiliza diversos medios para expresar lo que siente. Unos la edifican, otros la destruyen. El arte es uno de esos caminos profundos, vastos, es una fuente inagotable, una mina infinita de autodescubrimiento.

El hombre se ha re-creado en las distintas artes, podemos entender entonces que el arte edifica la cultura.

La educación de hoy requiere medios expresi­vos, se necesita un hombre integral que sienta, piense y exprese, un hombre que conociéndose a sí mismo se libere y pueda re-crearse; y en esto el arte de los títeres brinda una dorada oportunidad.

El arte de los títeres capta un mundo propio, bello y atractivo. Toda la gracia y gama de sentimientos, emociones y sensaciones humanas, nos enlaza a la realidad de una manera poética. El títere nos evoca de nuevo un uni­verso sensible, pues el hombre ha sido mani­pulado por la técnica de los medios de información y el tumulto de la vida moderna y esto le ha relegado su condición humana. El títere, des­de su pequeño mundo nos llama con su voz imitadora a mirar el hombre por dentro y des­cubrir, otra vez, la gracia, los sueños, la espe­ranza.

LA EDUCACION ACTUAL

De seis horas que debe pasar el alumno en la escuela, cinco de las mismas las pasa sentado escribiendo en un papel o mirando al profesor. El ochenta por ciento de esta formación está basada en la información. Por lo tanto podríamos asegurar que la educación del escolar está dedicada al desarrollo de la me­moria y al cansancio de las nalgas.

Este tipo de educación sólo pro­duce rutina y pereza

Se pueden reconocer algunos beneficios, pero en general la formación actual resulta obsoleta; la atmósfera que le rodea está cargada con diver­sos elementos perturbadores tales como un Estado que ofre­ce mínimas garantías económicas para financiar esta educación, una comu­nidad indiferente y apática donde los padres matriculan sus niños y esca­samente regresa uno de los dos a recibir las calificaciones; unos profesores gritones, casi siempre con afán.

Mucha cantidad de escolares en espacios no adecuados, el cum­plimiento estricto de un programa que la mayoría de las veces está alejado de la realidad social, la ausencia lamentable de activi­dades artísticas; la casi total desaparición de los oficios manuales, y la práctica de la educa­ción física limitada a jugar fútbol y trotar.

Ni en la escuela, ni en el colegio se le da prioridad a lo humano, todo se reduce a unas normas de comportamiento social que se toman repetitivas como por ejemplo: hay que saludar, dar las gracias, llamar por el nombre a las personas, el aseo personal, etc. Estas son unas normas útiles que se quedan en la superficie de lo que debe ser una verdadera educación hacia lo humano.

El alumno está sometido, los temas están dados, el programa está listo y lo único que queda es cumplirlo. ¡Hombre!, si después de los doce años de escuela no tenemos aprendido ni un oficio, ¡pues al menos que seamos personas!

EL ARTE DE LOS TITERES ELEMENTO HUMANO EN LA EDUCACION

A través de los años se ha mantenido una educación deshumanizada; la escuela olvidó cosas como: respirar, estar relajado, la naturalidad, el trabajo con las manos, aprender algún oficio o arte; es decir, esa parte que vivifica y edifica el corazón. Es por ello que muchos niños crecen con grandes frustraciones, desempeñando en su vida adulta cargos que no les gustan, o simplemente aceptando empleos que no son precisamente de su interés.

El arte, por el contrario, nace en las profundidades del alma humana. El animal es fiel a su naturaleza y no más, el hombre, por un don divino, puede recrear esa naturaleza.

El arte de los títeres está ligado a la condición natural humana.

¡Qué bueno sería estudiar geografía en las propias montañas! ¡qué maravilloso sería acercarnos a los ríos con cada uno de los compañeros y el profesor como guía hablándonos de cómo nace el río, de la manera como se extiende a través de los valles, las cañadas! Estas son experiencias que uno puede vivir pero que el sistema, como funciona la educación, no permite; se limita a un listado de nombres de montañas, ríos, mares, que hay que copiar en el cuaderno, encerrados en un salón mirando el verde del tablero o algún dibujo de Tribilín o el pato Donald que fue pintado muy grande en la pared.

Se advierte aquí una gran diferencia; la primera, es una experiencia directa, rica en sensaciones, impresiones, diálogos, inquietudes, contacto directo, exigencia física, anécdotas, verdadera convivencia; la segunda experiencia educativa está signada por la pasividad, la exigencia mental, y por el hecho de estar sentados, es posible que nos produzca fatiga o pereza. La geografía también puede enseñarse por medio de maquetas que van construyendo los alumnos y esto es una manera dinámica. Así podríamos hablar de todas las materias tradicionales que conservan una estructura idéntica: El tablero, la tiza, el cuaderno, el lapicero, la información que transmite el profesor y el alumno que memoriza. Normalmente este tipo de educación olvida elementos fundamentales como son: el sentido humano, la espiritualidad y la aceptación del alumno con sus sueños, ideales, gustos, y respeto por sus inquietudes. Ya es sabido por todos que la educación tiene un programa que hay que cumplir. Es positivo que todos sepamos leer y escribir, sumar, restar y multiplicar, pero es bueno también que la escuela permita un espacio para la creatividad, un espacio libre para que cada uno encuentre en este sus propias características y condiciones.

Es en esta parte creativa donde el arte de los títeres puede generar cantidad de elementos educativos con la ventaja de que no hay que salirse de la escuela.

La primera experiencia es el trabajo con las manos que muy a propósito hoy por hoy se ha perdido. Al fabricar el muñeco el alumno tiene que pensar en crearle la nariz, los ojos, la boca, el vestido, una personalidad, un movimiento y unas sensaciones para su expresión gestual, y qué decir de la voz que exige al alumno: Volumen, pronunciación, dicción, v una para académica que exige conocimiento de nuevas palabras, claridad en la manifestación de las ideas, orden para hablar.

Los títeres en la escuela son un verdadero oasis de fantasía, lo que es obligación se vuelve gracia, la distancia que puede existir entre el profesor y el alumno se re se reduce a mínimo ya que los títeres son como un juego y se sabe que mientras jugamos so­mos iguales. El títere en la escuela es un recreo, es ese pequeño espacio escénico. Esa pequeña boca imaginaria que es capaz de tragarse nuestra alma.

El alumno aprende sin obligación, no existen imposiciones que le opriman y asusten; aprende con libertad, aprende jugando.

Le brinda la gran posibilidad de convertirse en un artesano, ya que este arte reúne en sí mismo varios artes y oficios (pintura, teatro, escultura, música, carpintería, costura, dibujo, etc.); le da a conocer la literatura local y universal pues lo pone en contacto con los cuentos y sus autores: le da la oportunidad de crear e inventar historias, de tener ideas, descubrir­las, imaginárselas y poderlas realizar, le proponen al alumno una correcta pronunciación, una voz con diferentes matices, aprende a tomar decisiones, a trabajar en grupo, a ser responsable, a luchar por objetivos comunes. Ofrece alternativas de estudio, como elemento pedagógico puede ser utilizado para dictar cualquier materia del programa académico, eso sí, dentro de un marco especial que permita al títere desempeñarse y mostrarse en toda su dimensión y que sobre todo siga abriendo camino hacía el sentimiento del corazón humano. Es claro que para esto existe la necesi­dad de rodearse de profesionales en el área de los títeres que aporten conocimiento y desarrollo a las diferentes propuestas.


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