El teatro y la religión


Por: Antonio J. Gómez A.

La Metología fue la ciencia física de la antigüedad. Los fenómenos naturales que los hombres no podían explicarse fueron atribuidos a seres sobrenaturales todopode­rosos que se representaban en forma ani­mal o humana. Estos dioses configuraron una constelación para cada civilización, dando origen a diversos tipos de leyendas. Estas leyendas y el conjunto de dioses pro­pios de cada pueblo primitivo constituyó la mitología de esa tribu. Cada fenómeno físi­co, asimismo las labores agrícolas, artesana­les y culturales, tenía su propia deidad.

Las ceremonias mítico-religiosas fueron el germen a partir del cual se desarrolló el teatro en todas las civilizaciones antiguas.

Para el caso nuestro de sociedades que han desarrollado dentro de la llamada “Cultura Occidental», interesa saber que el teatro se origina a partir del culto a DIONI­SIO, dios del cultivo de la vida; dios del vino, de la rumba, de la parranda, del bonche, de los beodos y borrachos. Este culto se inició en Grecia muchos siglos antes de nuestra era, pero se institucionalizó aproximadamente cinco siglos A.C. En su honor los sacerdotes dionisíacos recitaban composiciones poéticas elogiosas denominadas DITIRAMBOS.

En el siglo V antes denuestra era se oficializó el concurso de corosditiránbicos. El más importante poeta y que tuvo muchos premios fue TESPIS, quien entre otras cosas tuvo la genial idea de encanar él mismo al dios, confeccionando una másca­ra semejante a la del lotem y con esto dio origen a la composición de ditirambos dia­logados en donde el coro, reclama, exige, rogaba o ensalsaba y él, a nombre de DIO­NISIO respondía, aceptando, negado, expli­cando, etc.

Es aquí, cuando aparece el diálogo, el conflicto y el histrionismo de TEPSIS, se inicia el teatro que continuaron desarrollan­do FRINCO, PRATINAS, ESQUILO, SOFO­CLES, EURIPIDES y ARISTOFANES, que la historia señala como los grandes creadores del teatro griego clásico.

Como bien se sabe, cuando los cristia­nos precipitaron la caída del imperio Roma­no y toda la producción artística del mundo clásico ya fuera griega o latina se consideró pagana por no estar basada en la biblia o en la vida de Cristo.

El teatro sobrevivió en las manifestacio­nes rituales, agrícolas, de carácter pagano en las zonas rurales y en el oficio de bufo­nes e histriones que visitaban aldeas, villo­rrios y pequeñas ciudades de donde eran recibidos con gran festejo por el virtuosismo de su arte que abarcaba el contar de histo­rias, los actos cómicos, el canto, las coplas, actos de acrobacia, equilibrio y malabares, hasta la presentación de animales amaestrados. Junto a estos, los juglares y los trovadores mantuvieron vivo el espíritu del teatro.

Por su parte, la iglesia católica, habiendo sentado sus reales y dominando práctica­mente todo el aspecto social y espiritual de los pueblos, se vio en la necesidad de aqui­latar el fervor religioso y propagar de esta manera en el mundo su ideología cristiana.

En las grandes celebraciones eclesiásti­cas, el ayuno era obligatorio y prolonga­do. Una misa de Semana Santa, por ejemplo, llegaba a durar hasta veinticuatro horas. Esta jornada agotadora era contraproducentepara los objetivos mismos de la iglesia. Se hacía necesario encontrar ingredientes que mantuvieran a los fieles animados y ate­ntos. Esta razón unida a otras, cual era la de utilizar una vía de penetración profunda en la psiquis del feligrés, el mensaje cristia­no, llevó a los monjes a intentar tímidamen­te la escenificación de los episodios más importantes en la vida de cristo, aclarando que tanto los papeles masculinos como femeninos eran interpretados por los mon­jes. Esta nueva forma de celebración logró los efectos buscados de animar a la concu­rrencia y el patetismo implícito en la esceni­ficación llamó a la piedad y a la compasión de los fieles., con lo cual la iglesia iba ga­nando terreno en el alma de los devotos.

Es de anotar que el carácter de estas escenas era puramente simbólico, los monjes vestidos de negro con un aplique simbolizaban el personaje y para el caso de los papeles femeninos, los monjes vestían hábitos, una suerte de traje femenino.


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