Por: Antonio J. Gómez A.
La magia es connatural al títere. El sólo hecho de que un muñeco cobre vida en el teatrino, ya sea que el manipulador se la imprima a través de cuerdas, varillas o directamente con sus manos, es un hecho que empatiza y se identifica con las posibilidades animistas que el ser humano le imprime a los objetos del mundo.
Sin embargo, la fantasía connatural al títere puede agotarse cuando el titiritero; o bien abusa de ella sin complementarla o cuando ni siquiera explota las posibilidades intrínsecas en ella por una deficiente fundamentación técnica de sus manos.
Algunos grupos de titiriteros con recursos económicos han incrementado la magia de sus espectáculos con elementos extratitiriteros como las luces, el sonido, y últimamente con trucos electrónicos capaces de transformar escenarios a la vista del público, causando asombro en el espectador. Estos recursos empleados para complementar la fantasía intrínseca del títere, si bien logran su cometido a nivel de la atmósfera escénica, generan una dependencia cada vez mayor por el elemento principal del espectáculo, el muñeco, y a su vez alejan la posibilidad de la masificación en la práctica del teatro de muñecos, conllevando así, a una mayor elitización del arte titiritero en su producción, pues estos recursos son cada vez más costosos e inaccesibles a titiriteros de bajos recursos económicos. Esto por supuesto implica una elitización en el consumo ya que a mayor costo, mayor precio, lo cual reducirá las posibilidades de proyección de los espectáculos.
Por otra parte, el recurrir a elementos producto del avance tecnológico implica la deshumanización cada vez más creciente del espectáculo de muñecos, contradiciendo el principio básico de la creación artística de ser siempre fundamentalmente un producto humano. Este tipo de recursos, por lo demás, arruinan el desarrollo de la imaginación del artista titiritero y por supuesto del público a quien fundamentalmente va dirigido; constituido por niños, quienes más necesitan motivación para echar al vuelo su imaginación.
Se precisa entonces de la exploración y desarrollo de nuevas técnicas en la creación de los muñecos, que sin dejar de ser artesanales, permiten el enriquecimiento de la fantasía connatural al títere.
Las experiencias particulares a este respecto, han ido poco a poco dejando al descubierto todas las posibilidades que tiene el látex (caucho) en la fabricación de títeres de guante, que permiten por un lado la articulación de su boca, sin recurrir a cuerdas, varillas o resortes sino tan sólo con la flexión de la última falange del dedo índice con la que se maneja la cabeza, el cual presiona la parte interna de la “bóveda del paladar” del muñeco, por otro lado, el látex permite lograr el efecto de inflar y desinflar las mejillas, el frotamiento de los ojos, flujo de mucosa nasal, etc. De igual manera, permite esta técnica, el desprendimiento del rostro para dejar al descubierto una nueva identidad del muñeco. Con esta forma se pueden lograr otros efectos que enriquecen la fantasía y la magia consustancial al títere, lo cual profundiza sus posibilidades terapéuticas en el niño.
Muchos otros recursos pueden ser recurrentes para profundizar y enriquecer la magia del muñeco en todas sus técnicas, porque, lo hemos comprobado los artistas titiriteros tanto las posibilidades mágicas, como la creatividad y la imaginación, son inagotables.