Consideraciones sobre el Valeroso Hidalgo «Don Quijote de la Mancha»


Por: Antonio J. Gómez A.

EL VALEROSO HIDALGO «DON QUIJOTE DE LA MANCHA» – Miguel de Cervantes Saavedra

La literatura caballeresca fue típica de la edad media y fue un instrumento que se utilizó para apuntalar el cristianismo, la moral basada en esta religión y para apuntalar también el feudalismo con todas sus secuelas. La evolución de esta literatura, paralela a la evolución de la sociedad de la época permitió que la burguesía y la nobleza, utilizara también ésta novelística como parte de la superestructura cultural para justificar su poder terrenal. Es así como en la caballería el señor feudal va siendo reemplazado poco a poco por los príncipes y demás personajes nobles.

De esta extensa producción de literatura caballeresca se alimentó Don Alonso Quijana para desembocar en la obsesión, que lo llevó a la locura, de rescatar el prestigio y la vigencia del oficio de la caballería andante para restaurar la moral, las buenas costumbres, y para la defensa de los minusválidos y de las mujeres vilipendiadas y para ensalzar a las bellas y nobles damas.

Por su parte Don Miguel de Cervantes Saavedra quien, en medio de su agitada y a veces tormentosa vida, fue un lector obsesivo y en virtud de lo cual, como el señor Quijana leyó mucha novela de caballería y poniéndose a tono con el espíritu renacentista, cuya característica fundamental fue la desdivinización de la producción artística y su inclinación al humanismo, confrontó toda la producción literaria en éste género de la caballería de la mejor forma como lo pudo haber hecho y fue escribiendo su prestigiosa novela “EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA” que de alguna manera es la antítesis del modelo caballeresco medioeval.

El señor Quijana es un ser humano, tan humano que pierde el juicio producto de la enajenación que le produce la lectura de los libros de caballería medioevales, que asume como propio el oficio de rescatar a los desvalidos, la dignidad de las mujeres, los derechos humanos y los valores morales que le son tan caros.

Este no es un caballero triunfante, terriblemente asesino, arrebatadoramente enamorado; al contrario, es la antítesis del héroe caballeresco, nada cobarde sí, muy valiente y arrojado, pero casi siempre perdedor, apaleado, pisoteado por marranos y por toros; enamoradizo iluso, fiel como tonto enamorado de una mujer que sólo existe en su imaginación y como si fuera poco, acompañado de un escudero, ese sí cobarde, glotón , pendejo y creído, fiel a su señor, quien en algunos pasajes le contagia su locura.

Como si fuera poco, al contrario de los caballeros andantes de verdad, que son inmortales e invencibles, Don Quijote, después de perder las mil y una batallas, cae derrotado por el caballero de la blanca luna y como buen caballero acepta la pena de retirarse durante un año de sus andanzas, regresa humildemente a su casa con la intención de volverse pastor, junto a Sancho, y espera que con la compañía del padre Pérez, del barbero Nicolás y con el bachiller Sansón Carrasco, quien, después lo comprobaremos, era el verdacho caballero de la blanca luna que le propició la derrota, que lo sacaría de su locura.

Finalmente, al salir de esta locura y volver a su profunda condición humana, se arrepiente de todas sus calaveradas, enferma, hace su testamento y muere.

RELACIÓN DEL POEMA DEL MÍO CID Y DON QUIJOTE

Nada que ver, el poema del Mío Cid es el culto a la personalidad, es una apología de la barbarie, del aniquilamiento y de la imposición y vigencia de la religión católica a sangre, espada y fuego. Aquí Dios es el determinador de la acción y de la omisión de los hombres. En el Quijote se presenta el fenómeno inverso, el del narcisista imbécil, que se cree muy valiente, tumba locas, irresistible y del cual todos y todas hacen mofa, es un clown literario renacentista.

Don Miguel de Cervantes, su autor, aunque es un católico furibundo, como que perdió su brazo izquierdo peleando centra los moros en Lepanto y fue esclavo durante 5 años en Argel, también por su militante catolicismo, no hace adoctrinamiento cristiano en la novela como si se hace en el Mío Cid, en la cual junto a los chorros de sangre mora, se destilan abundantes chorros de doctrina católica.


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