Consideraciones sobre el Mío Cid


Por: Antonio J. Gómez A.

POEMA DEL MIO CID – Anónimo

El poema canta una gesta guerrera de las tantas que el cristianismo tuvo contra los moros, habitantes del norte de África y que los cristianos se empeñaron en combatir, ya por paganos, incrédulos o porque ellos insistían en someter los territorios de la costa norte del mediterráneo al pillaje, al saqueo, al vandalismo.

Sin embargo, es importante anotar, que los moros se asentaron por primera vez en la península ibérica entre los Siglos VIII y XIX traídos por los señores feudales, enfrascados en guerras intestinas o contra los invasores bárbaros provenientes del norte de Europa y especialmente de lo que después sería Alemania. La presencia de éstos en territorio Ibérico, constituidos como un grupo humano fuerte y consolidado institucionalmente duró hasta la caída de su último bastión en la ciudad de Granada en el año de 1.492.

Los poemas de gesta o épicos, se iniciaron en la península ibérica posterior a la ocupación que de ella hicieron diferentes poblaciones; bárbaras unas, otras con algún grado de desarrollo socio-económico y cultural. En ellos se elogiaban las grandes batallas libradas contra sus enemigos y el arrojo, valentía y bizarrismo de sus héroes.

Asentados en el nuevo territorio y acicateados por la obsesión de extensión del cristianismo, la literatura épica tomó una orientación ficticia y después de una fase de sincretismo en la cual se exageraban las gestas guerreras, se entró de lleno a la ficción para magnificar por un lado el poderío de las tropas cristianas y sus héroes y por otro, la justeza del exterminio y sometimiento de los pueblos que le consideraban herejes, paganos o ateos, por no profesar la religión monoteísta impuesta desde Roma por el catolicismo.

El Poema del MIO CID, narra los preámbulos, la batalla y los prolegómenos del triunfo del Cid Rodrigo al frente de las huestes cristianas frente a las tropas del rey de Marruecos que viene a cercar a Valencia.

El Cid Rodrigo es el prototipo del católico ideal: Amante, valiente, fiel y fanático de Dios y la Virgen María, guerrero invencible, hombre de una moral cristiana a toda prueba, pero igualmente avaro y ambicioso de acumular riquezas para engrandecer las arcas de su señor y de la santa madre iglesia católica. Era un caballero medioeval a carta cabal, que se jacta de sus proezas y conquistas y claro, de los miles de muertos dejados en el campo de batalla merced a su poderosísimo brazo y a su esplendorosa espada.

Es importante anotar también la desfachatez, prepotencia y arrogancia que denota el Cid Rodrigo, todo por la seguridad que le inspira la compañía de Dios y de la Virgen en la mortandad que se avecina. Esto le permite tomarse todo el tiempo que quiera en organizar el contraataque a un enemigo que ya se pasea, en número de cincuenta mil guerreros, por las huertas de la ciudad de Valencia, dejar a su familia organizada, convocar al arzobispo para una misa campal y planificar con tan solo tres mil novecientos setenta combatientes («Ya están fuera de Valencia, la enseña caudal llevando, van cuatro mil menos treinta, con Mío Cid por su lado, y a luchar con gusto van, con cincuenta mil contrarios»).

Por supuesto que la mano de Dios, que guiaba la espada de Cid Rodrigo y sus cuatro mil menos treinta guerreros fue determinante para exterminar a cuarenta y nueve mil ochocientos noventa y seis moros y un caudaloso botín («De aquellos cincuenta mil, enemigos que contaron, tan solo escapar pudieron, con vida hasta ciento cuatro, […] Entre la plata y el oro, recogieron tres mil marcos, que de las otras ganancias, no podían ni contarlos. Alegre estaba el Mío Cid, como todos sus vasallos, porque Dios los protegió, para vencer en el campo»).

Y para rematar y no dejar dudas de la avaricia de la iglesia católica y sus ministros, esta perla: «El obispo don Jerónimo, sacerdote muy honrado, harto ya de combatir, con los moros a dos manos, no podía hacer cuenta, de los moros que ha matado, rico botín le tocara, también en aquel reparto».

CONCLUSIONES:

Si bien es cierto que el poema del Mío Cid no pertenece exactamente a la literatura caballeresca, también es cierto que es literatura pre caballeresca.

Muchas reflexiones de diversa índole y materias se podrían sacar del cantar del Mío Cid. Sólo dos nos atrevemos a colegir: la avaricia acumulativa de riquezas de la sacrosanta iglesia católica, viene desde los inicios del cristianismo y, si la violencia y el desprecio por la vida humana es innata en la sociedad occidental y medio-oriental es porque el cristianismo, faro, luz y guía de nuestra moral e idiosincrasia, se impuso a sangre, espada y fuego en la mitad del mundo.

CONTINUARÁ… RELACIONES, POEMA DEL MIO CID – DON QUIJOTE DE A MANCHA…


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